“Y se puso a servirles”
1Cor 3, 1-9; Sal 32, 12-15.20-21; Lc 4, 38-44.
La historia del evangelio de hoy se desarrolla en Cafarnaúm. Éste sería el lugar donde se encontraba la suegra de Pedro muy enferma. Jesús se acercó y tomándola de la mano, la levantó.
Tomarla de la mano es un gesto amable y caballeroso, pero no del todo apropiado entre los judíos de aquella época quienes no solían tocarse ni abrazarse como acostumbramos hacerlo nosotros. Hay mucho de sanador en las manos del Señor, por ello no tenía miedo de tocar a la gente. Nosotros ¿dejamos que Jesús se acerque para tomarnos de la mano? ¿Podemos hacer el esfuerzo para que el cariño que damos a nuestros seres queridos sea como el cariño que nos entrega Jesús?
La suegra de Pedro recibe dos regalos cuando Jesús la toma de la mano. El primero: recobra su salud; el segundo, y me parece que es el más hermoso, tiene la capacidad de servir al Maestro. Para esta señora, el servicio no es una carga, sino una dicha. ¡Qué privilegio poder hacerlo!
Nuestros quehaceres cotidianos ¿son una carga pesada o podemos descubrir que con ellos estamos construyendo el Reino de Dios? Todos nosotros valoramos nuestra salud pero, ¿podemos percibir que hay algo todavía más hermoso?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo C.M.
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