”¿Por qué tus discípulos no cumplen con la tradición de los antepasados?”
Dt 4,1-2.6-8; Sal 14, 2-3a 4ab.5; Sant 1, 17-18; Mc 7, 1-23.
En este domingo, el evangelista presenta las confrontaciones que tiene Jesús con los fariseos. Ante sus acusaciones, Jesús se pone a la ofensiva y les acusa de hipocresía. La hipocresía viene porque honran a Dios con los labios, pero su corazón está lejos.
Jesús aprovecha la ocasión para expresar cuál es la pureza verdadera y, para ello, recalca la importancia de los pensamientos y sentimientos que habitan en los corazones. Lo que se aloja en el corazón es lo que puede llevar a alejarse de Dios por completo. Las palabras de Jesús nos atañen también a nosotros, porque implícitamente está diciendo que cada uno tiene la responsabilidad de cuidar y nutrir el corazón de cosas divinas. Lo que ponemos en nuestro corazón y en nuestra mente es responsabilidad de cada uno de nosotros.
¿Nos damos cuenta del daño que pueden causarnos los programas de televisión llenos de vulgaridad? ¿Hemos puesto atención a la letra de la música que escuchamos, y nos hemos detenido a pensar si realmente nos alimenta? Recordemos que lo que vemos y oímos nutre nuestro espíritu.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Antonio G. Escobedo C.M.
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