Evangelio y Vida para el 30 de agosto de 2024

por | Ago 30, 2024 | Evangelio y Vida, Formación, Reflexiones | 0 comentarios

Dadnos un poco de aceite, que nuestras lámparas se apagan

1Cor 1, 17-25; Sal 32; Mt 25,1-13.

Hoy se nos habla de la luz que hemos recibido para pasar por la vida esperando al esposo que es Jesús. Cuántas veces nos podemos despistar y vivir en la oscuridad. Y cada uno de nosotros tiene su luz. En cada uno Dios ha dejado una luz particular, una luz que le hace ser él mismo. Por eso en el Reino de los cielos cada uno tiene que ser él mismo. Unas luces son más fuertes y otras más débiles. Y así, podremos encontrar un sinfín de luces como personas, y cada uno de nosotros necesita cuidar su luz y dar cuentas de esa luz que recibió.

Y esa luz que Dios nos ha dado hay que ponerla en el candelero –en nuestro cuerpo– y puede ser que a veces no me guste mi lámpara, puede que a veces utilice mi luz para presumir, o a veces ocultar esa luz esas virtudes o defectos que son parte de mi candelero. Pero necesito aceptarla y cuidarla.

Pero, en realidad, la lámpara que tengo es la mejor. ¡porque es mi lámpara! Es el regalo que Dios me ha hecho. Lo importante es ver mi vida y mi historia desde los ojos de Dios y no desde una mirada humana. He de elevar la mirada, contemplar la maravillosa obra de Dios en mi vida y darle gracias.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Osvaldo Triana C.M.

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