“Si tu hermano te escucha, lo habrás salvado”
Ez 9, 1-7; 10, 18-22; Sal 112, 1-2.3-4.5-6; Mt 18, 15-20.
Hoy, en este pequeño fragmento del Evangelio de San Mateo, podemos encontrar tres formas de proceder con el hermano y que deben ser para nosotros, regla de vida: compasión y advertencia, personal, comunitaria y profética. Todo ello únicamente para llevarnos a la experiencia de la reconciliación con el hermano y en consecuencia con Dios. La reconciliación con Dios pasa por la reconciliación con el hermano.
Pensemos en la comunidad de los creyentes, de los seguidores de Jesús. Somos muchos, más de dos… En realidad, somos muchos y, con Jesús, mucho más. Esta es la verdad más consoladora del parrafo evangélico de hoy, junto con la eficacia de la oración.
La presencia de Dios entre nosotros cuando oramos, amamos, y trabajamos unos por otros con amor samaritano. Y, lo más sorprendente, cuando nos equivocamos. Dios esta con nosotros siempre. Insisto, con nosotros, no conmigo, no sea que, equivocadamente, me crea, por su presencia, superior a los demás.
Oración: Jesús, enséñame tu modo de hacer sentir al otro más humano. Que tus pasos sean mis pasos, y mi modo de proceder sea el tuyo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Osvaldo Triana C.M.
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