“Si no cambian y se hacen como los niños, no entrarán en el Reino de los cielos”
Ez 2, 8-3, 4; Sal 118; Mt 18, 1-5.10.12-14.
Vemos en el Evangelio de hoy, que varias veces aparece la ambición de los apóstoles para ocupar los primeros puestos, en el Reino de Dios que Jesús quiere establecer. Sus miras son humanas, todos quieren ser más que los otros, no entienden como es ese Reino de Dios que Jesús predica. Para explicárselo, Jesús pone en el centro a un niño, dándoles una gran lección de humildad. En Israel el niño, hasta los doce años no tenía mayor importancia, Jesús lo pone como modelo: hay que hacerse como un niño, sencillo, humilde, para entrar en el Reino.
Para entrar en este Reino hay que dejar atrás las ambiciones de ser los primeros. El Reino es pura gratuidad, Don de Dios, no lo alcanzamos por nuestros méritos, sino por la dignidad y sencillez, como la del niño. Quienes pretendemos seguir el camino de Jesús, como bien lo expresa el Salmo, más allá de buscar riquezas, poder y vanagloria, debemos regocijarnos en las delicias de la ley de Dios: «Más estimo yo los preceptos de tu boca que miles de monedas de oro y plata».
Medita este mensaje: «El que quiera llegar a ser grande que se haga servidor de los demás…».
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Osvaldo Triana C.M.
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