“¿Qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?”
Nah 2, 1.3;3, 1-3.6-7; Interlec Dt 32, 35cd-36abcd.41; Mt 16, 24-28.
La liturgia de hoy nos coloca frente a la radicalidad que conlleva el anuncio del Evangelio: no hay más que un camino, el camino del amor: perder, entregar, gastar la vida por amor. Siguiendo siempre las huellas de Cristo Jesús. Ser continuadores de la obra salvífica de Dios manifestada en la persona de Jesús y de manera plena y radical, no a medias.
A Cristo se le sigue desde el amor practicado como Él lo hizo. El amor que es rechazo a todo mal y egoísmo, nos pone en camino de donación y entrega de la propia vida. «Quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por mí, la encontrará». Es el amor, la misericordia, la justicia, la paz lo que conduce al sacrificio y conduce a la vida verdadera, a la vida eterna. Todo amor verdadero engendra sacrificio y al mismo tiempo vida verdadera.
«Dichosos los perseguidos por causa de la justicia» Que dicha el padecer por causa de la justicia, confiando siempre en Jesús. No dejemos que nuestra vida quede atrapada en el vaivén del mundo, ofrezcámosla al servicio de Jesús presente en los otros, especialmente presente en los pobres.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Osvaldo Triana C.M.
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