Ricos,
El que nos ha enseñado a pedir el pan de cada día, nunca nos aconsejó asegurarnos diez años de lujo. Vivimos en días sin ejemplo, en los que puede ser sabio sacrificar el futuro al presente y la economía a la necesidad. […] Dad la limosna del trabajo, y dad también la de la asistencia. […] Donad para los asilos y las escuelas, y no os olvidéis de esas casas de refugio, esas providencias, esas tres casas del Buen Pastor.
Federico Ozanam, «Aux gens de bien» [A las gentes de bien], en L’Ère Nouvelle, nº 151, del 15 de septiembre de 1848.
Reflexión:
- La injusta distribución de los bienes es un asunto que no podemos nunca dejar de denunciar. Lamentablemente, nuestra sociedad —y nosotros mismos— estamos anestesiados ante este tema, y vemos cómo un futbolista de élite, por poner un ejemplo, puede ganar en un solo día más que el 90% de la población mundial en toda su vida. Y hay que decirlo claro y alto: la riqueza es injusta, y ser rico es incompatible con el seguimiento de Jesús. Aquí no caben medias tintas ni mensajes ambiguos.
- Jesucristo fue claro: el Reino de Dios es de los pobres (Cf. Lucas 6,17-26). Un rico ha de convertirse y cambiar de actitud para entrar en el Reino de Dios (Cf. Mateo 19,23ss, y Lucas 16, 19-31). La salvación llega para el rico cuando se convierte y comparte sus bienes (Lc 19,1-10).
- Los Padres de la Iglesia se expresan también con meridiana claridad, en múltiples ocasiones desde los albores de la era cristiana, sobre este asunto:
- San Jerónimo: «Un rico es un ladrón o heredero de ladrón«.
- San Cipriano: «Cuando los ricos no llevan a la misa lo que los pobres necesitan, no celebran la Eucaristía del Señor«.
- San Basilio: «Abrid de par en par las puertas de vuestros graneros, dad salida a vuestras riquezas en todas las direcciones. Dime, ¿qué es lo que te pertenece?, ¿de dónde trajiste nada a la vida?, ¿de quién lo recibiste? Así son los ricos: se apoderan los primeros de lo que es de todos y se lo apropian, sólo porque se han adelantado a los demás… Si cada uno se contentase con lo indispensable para atender a sus necesidades y dejara lo superfluo a los indigentes, no habría ricos ni pobres«.
- San Gregorio de Nisa: “Si alguien desea convertirse en el amo de toda la riqueza, poseerla y excluir a sus hermanos, incluso a la tercera o cuarta generación, tal desgraciado no es un hermano sino un tirano bárbaro y cruel, una bestia feroz cuya boca siempre está abierta dispuesta a devorar para su uso personal la comida de los otros hermanos”.
- San Juan Crisóstomo: «Si las riquezas producen pobreza en lugar de resolverla, no son riquezas, sino armas de destrucción de aquello que por la naturaleza es el ser humano«.
- San Vicente de Paúl les dice a sus misioneros que la virtud de la pobreza «es el fundamento de esta Congregación de la Misión» (SVP ES XI, 772). Pero el mensaje es válido para cualquier vicenciano, sea laico o consagrado, y cualquier cristiano en general: que nuestra vida se fundamente en la sencillez y el desapego a los bienes terrenales. Llegó, incluso a decir que «Una de las cosas de que tengo más miedo es el manejo el dinero» (SVP ES IX, 896) y que «el que quiera poseer, el que no esté contento con su situación, estará pensando noche y día solamente en los medios que le sirvan para poseer más cosas; las necesita, según él piensa, y necesita encontrar los medios para ello. Allí estará toda su ocupación; cuando esté solo en su cuarto, se pondrá a pensar: ‘¿Tendré que seguir siempre así? No, no puede ser; cuando haya hecho esto, cuando haya obtenido aquello, cuando estemos allí, haremos esto, esto y esto’. Y otros mil pensamientos en los que se enredará ese pobre espíritu» (SVP ES XI, 149-150).
- Federico reclama en este texto la caridad del que tiene a favor del que necesita. Es de justicia. Es cierto que el trabajador merece su salario, pero es injusto que su salario cubra «diez años de lujo», como dice Ozanam, o toda una vida de excesos, como vemos hoy en día. Y todo esto, mientras millones de seres humanos mueren de hambre y sufren el dolor, el olvido, la guerra, la pobreza.
- Hoy, más que nunca, los vicencianos debemos denunciar la riqueza injusta, y hacerlo de palabra y de obra: no podemos denunciar la opulencia cuando nosotros la vivimos; no podemos vivir esa falsedad. Jesucrito, Vicente de Paúl y Federico Ozanam nos están pidiendo que vivamos con sencillez, sin lujos, y que ayudemos a lo pobres a vivir dignamente, y a los ricos a convertir su vida antievangélica en frutos de solidaridad.
Cuestiones para el diálogo:
- ¿Qué podemos hacer nosotros para trabajar en una distribución más ecuánime de los bienes?
- Leemos de nuevo los textos bíblicos, de los Padres de la Iglesia y de san Vicente que se han indicado. ¿Qué sentimientos provocan en nosotros? ¿Qué nos están pidiendo que cambiemos en nuestras vidas?
- ¿Vivimos con sencillez?
Javier F. Chento
@javierchento
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