Cuando el Tribunal Supremo estadounidense emitió su sentencia en el caso Ciudad de Grants Pass (Oregón) contra Johnson, dio luz verde a las ciudades para recurrir a sanciones legales para desmantelar campamentos de personas sin hogar.

Para algunos, este veredicto fue una victoria de la ley y el orden; para otros, un cruel revés para los más pobres de nuestro entorno.

Pero, se mire por donde se mire, desalojar o criminalizar los campamentos de personas sin hogar no servirá de mucho para resolver la crisis de los sin techo en nuestro país.

¿Qué sí ayuda? Su apoyo inquebrantable a la Sociedad de San Vicente de Paúl y a nuestros programas de prevención de la falta de vivienda.

Recientemente escribí un artículo de opinión para Newsweek, en el que destaco algunas de las cuestiones más profundas en juego en la crisis de las personas sin hogar.

Por ejemplo: la mayoría de las personas sin hogar no se parecen en nada al estereotipo (drogadicto… enfermo mental… durmiendo en un banco del parque).

¿Cuál es el perfil demográfico típico de de quienes están a punto de quedarse sin hogar? Familias monoparentales: adultos que hacen malabarismos desesperados para cuidar de sus hijos y tener un techo bajo el que vivir.

Para esas familias, los costes y las consecuencias de la falta de vivienda son duraderos y terribles.

Una vez que se comprende esto, se entiende por qué los programas de prevención de la falta de vivienda son un ministerio urgentemente necesario y una inversión crucial a largo plazo para las comunidades.

Con la reciente sentencia del Tribunal Supremo, su generoso apoyo al trabajo de la Sociedad de San Vicente de Paúl es más importante que nunca.

Como vicentinos, tenemos que seguir mirando con ojos compasivos, para ver lo que es posible y quién necesita nuestra ayuda para evitar quedarse sin hogar hoy en día.

John Berry,
Presidente de la Sociedad de San Vicente de Paúl de EE.UU.