“Y no hizo allí muchos milagros, porque les faltaba fe”

Jr 26, 1-9; Sal 68, 5.8-10.14; Mt 13, 54-58.

En el evangelio de hoy encontramos a un Jesús que, después de haber estado fuera de su patria regresa lleno de Dios. Pero lo que antes era su patria ha dejado de serlo; debió haber sido muy doloroso para Jesús encontrarse con el rechazo de su gente. La multitud quedó admirada, ante la actitud de Jesús, cuestionan el origen de su sabiduría y no lo aceptan porque no consiguen entender el misterio que envuelve a la persona de Jesús. Por su parte, los Maestros de la ley, saben muy bien que un profeta, debido a los prejuicios de aquellos que le conocen, carece de prestigio en su misma patria.

Hermanos, el Evangelio de hoy nos invita por una parte, a no cerrarnos a la posibilidad del cambio, es decir, a lograr con la gracia de Dios una verdadera conversión.

Cuando la apatía se apodera de nuestro corazón corremos el riesgo de decir como aquella gente «pero éste, ¿qué se ha creído?». Si cerramos nuestra capacidad de escucha es porque no tenemos nada nuevo que esperar, pero nos encontramos ante el Señor de la vida, ante el Señor de la esperanza. Dejemos que el Dios que todo lo hace nuevo transforme y renueve nuestro corazón.

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Osvaldo Triana C.M.