‘‘Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será al fin del tiempo’’
Jer 14, 17-22; Sal 78; Mt 13, 36-43.
Quien siembra el mal lo hace durante la noche, el mal es obra de las tinieblas. Donde las personas reciben la Palabra de Vida, el mal también va a sembrar la cizaña, cuando los obreros duermen. La separación sólo será al final, en el tiempo de la cosecha. El día del juicio.
¿Por qué hay buenos y malos en la iglesia de Cristo? Porque Dios tiene paciencia infinita con todos, tolera a todos los que se dejan inducir por el mal, causan desarmonía y destruyen la paz.
San Agustín, al hablar de la Iglesia, santa y pecadora, tiene en cuenta esta realidad, el bien y el mal, el pecado y la gracia están en lo íntimo de nuestros corazones. San Paulo dirá: “¿Por qué no hago el bien que quiero y sí el mal que no quiero?”
Tomar conciencia de esta verdad nos ayudará a ser más humildes, abiertos y tolerantes con los demás, sus defectos y pecado. Seguro que criticaríamos menos y no juzgaríamos de ninguna manera a los demás.
Señor Jesús, muestra tu indulgencia con nosotros, que nos creemos mejores que los demás. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Rosendo Martínez Flores C.M.
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