‘‘Mi hija acaba de morir. Pero ven tú, y vivirá’’
Os 2, 16-18. 21-22; Sal 144; Mt 9, 18-26.
Tenemos en el texto evangélico de hoy dos milagros, la curación de la mujer con flujo de sangre y la resurrección de la hija del personaje que Marcos llama Jairo. Ambos milagros nos indican que Jesús tiene poder sobre la muerte; la pérdida de sangre significa muerte y la hija Jairo ya no tiene vida.
La fe lleva a ambos (a la mujer enferma y a Jairo) a ver mucho más allá de la mirada humana; ven la salvación y la vida en Jesús. Su fe los hace pasar de la muerte a la vida.
Quien no tiene fe, al oír hablar de que hay vida donde sus ojos les indican muerte, les parece una broma, “se rieron de él”. No entienden que Jesús es el Señor, el vencedor de la muerte en la Resurrección.
Acerquémonos a Jesús con humidad. “Se arrodilló ante Jesús y le dijo con fe: Ponle la mano en la cabeza y vivirá”. Si creemos en Dios confiemos en Jesús: “Le tocó el borde del manto pensando que con solo tocarle el manto se curaría”.
Hagamos la experiencia del encuentro con Jesús Resucitado.
Contigo Señor, todo se ilumina, todo recobra vida. Danos la Luz del Espíritu. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Rosendo Martínez Flores C.M.
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