‘‘¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar obedecen?’’
Am 3, 1-8; 4, 11-12; Sal 5; Mt 8, 23-27.
La imagen de la barca que presenta san Mateo, nos refiere a la Iglesia en medio de las tormentas, como ha sucedido siempre a lo largo de su historia, desde el principio; las crisis y las persecuciones por las que ha pasado.
San Mateo aclara que “subió Jesús a la barca y sus discípulos lo siguieron”, este es el punto clave. El bautizado que se hace discípulo de Jesús busca conocerlo, escucharlo, saber quién es Jesús y qué le ofrece. De ahí sigue, como consecuencia natural, el seguimiento, subir a la barca con Jesús.
“¡Señor, sálvanos que perecemos!”. Al experimentar la flaqueza humana y las crisis espirituales en el seguimiento de Jesús, el discípulo sabe que él es el “Señor”, y que en su presencia no hay tormentas ni vientos huracanados que no terminen enmudeciendo ante la orden de Jesús, ante la súplica por todos confiada: “Señor, ¿no te importa que perezcamos?”.
Señor Jesús, que tu poder y autoridad nos ayude a restaurar la armonía y la paz en nuestro país y en todo el mundo. Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Rosendo Martínez Flores C.M.
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