“Te doy gracias, Señor, porque me has formado maravillosamente”
Is 49,1-6; Sal 138; Hech 13, 22-26; Lc 1, 57-66. 80.
El nacimiento de Juan como precursor de Jesús es un signo de esperanza y, a la vez, causa de conflictos. ¿Quién ha hecho que Juan naciera? Sólo Dios… una promesa manifestada por el ángel. Su nombre no va con la tradición familiar ni con la estirpe sacerdotal. Juan será “el profeta del desierto» al estilo de Jeremías, quien también procede de familia sacerdotal.
Dios nos forma y nos con~forma para descubrir cuál es nuestra misión. El Señor me llamó desde el vientre materno, de las entrañas de mí madre, y pronunció mi nombre. Cada uno participa de una misión, pero no lo pensemos como predeterminación, sino como predestinación: Juan está destinado a proclamar el camino del Señor, un camino que se acerca y que ya está presente.
Cada uno de nosotros tiene un destino que se va conformado en medida que nos conocemos, nos adentramos en las motivaciones personales, siendo capaces de cumplir tareas, capacitándonos en el amor. Que San Juan sea nuestro intercesor para encontrar el camino de conversión, buscando ser mejores en todo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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