“Aún no tienen fe”
Job 38, 1.8-11; Sal 106; 2 Cor 5, 14-17; Mc 4, 35-40.
Era el atardecer cuando Jesús quiso ir a la otra orilla. En el trascurso Jesús duerme, la tempestad hizo que los discípulos tuvieran miedo y fue necesario despertarlo. En estas líneas se refleja la realidad de la Iglesia, y a Jesús impulsándola a adentrarse en mar abierto (Iglesia en salida).
Las tempestades son aquellos momentos donde encontramos problemas, entramos en desequilibrio y sentimos que nos falta Jesús.
¡Qué extraño! Jesús está en la barca y quienes son expertos en problemas marítimos son los discípulos. Despertar a Jesús significa buscar la confianza depositada en él.
Así nos puede pasar en la Iglesia: tenemos a Jesús, y sólo dirigimos nuestra petición a él cuando los problemas nos rebasan.
El reclamo de Jesús es fuerte. ¿Nos falta fe? ¿Por qué tenemos miedo? Si estamos con Dios es para sentirnos animados. Si actuamos con miedo es porque tenemos poca fe.
La invitación de este Evangelio es a tener ánimo y adentrarnos como Iglesia sabiendo que Dios nos dará lo que necesitamos. Pidamos ser discípulos misioneros atrevidos, para llevar nuestra barca (nuestra vida, la Iglesia) a un mejor puerto.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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