“Nadie puede servir a dos amos”
2 Cro 24, 17-25; Sal 88; Mt 6, 24-34.
Cuando leo esta parte del Evangelio, “no podemos servir a dos amos”, pienso en la relación de las parejas y en la infidelidad de tener “dos amores”. Sin embargo, el reto es para todas las personas. Lo pienso también en nuestra relación con Jesús, cuando preferimos más cualquier cosa antes que su Evangelio.
Cuando se ingresa al seminario se tiene la idea de servir a Dios, procura uno estar formándose de la mejor manera. El problema surge cuando nos volvemos funcionarios. Cumplimos la parte sacramental, pero nos falta amor por lo que hacemos. Trabajamos para Dios, pero sin Dios. Servir a dos amores nos hace olvidarnos del primer amor, que es el principal: el amor a Dios.
Cada seguidor de Cristo tendría que recordar por qué lo sigue, volver a las fuentes, al amor primero. Cada cristiano católico también está llamado a ser fiel a Dios, no poner primero los negocios o el dinero.
Pidamos a Dios la gracia de ser fieles a su Palabra. Evitar pensar más en la remuneración, viviendo nuestra vocación al máximo para seguir construyendo el Reino de Dios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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