“La lámpara del cuerpo es el ojo”
2 Re 11,1-4.9-18.20; Sal 131; Mt 6,19-23.
Espero dirigir mi reflexión para todos aquellos que alguna vez se ilusionaron, tuvieron iniciativa, se les notaba alegres todo el tiempo, pero ya no. Para ellos son estas líneas. Amigos y amigas, me hubiera gustado que leyeran este pasaje del Evangelio en el momento de su tristeza.
Muchos de ustedes intentaron trasmitir su amor y empatía. Por cualquier situación que hayan vivido, dejaron de ilusionarse, ya no quisieron comprometerse, supongo que hasta su mirada cambió. El brillo de sus ojos fue apagándose en la medida de sus decepciones. No hay culpables, solo confiaron de más en personas que no supieron valorar su esfuerzo.
Tenemos que atesorar la vida y las ganas de realizar algo. Ese tesoro es incalculable. Lo tenemos que valorar para que nuestra vida tenga esa chispa.
En tus ojos se refleja lo que vives. El evangelio de hoy nos dice que los ojos son la ventana del alma. Te invito a levantar la cabeza, llenarte de ese amor de Dios y comprometerte. El tesoro vale más cuando se muestra su resplandor. Un tesoro enterrado a nadie le sirve. No dejes apolillar tu fe.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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