“Cuidemos de no usar muchas palabras”
Sir 48,1-15; Sal 96,1-2.3-4.5-6.7; Mt 6,7-15.
Jesús continúa haciendo recomendaciones; ahora habla de nuestra forma de orar, nos pide no hacer mucho uso de las palabras. Hemos pensado que mientras más hablemos es mayor nuestra fe, sin embargo, la oración tiene su esencia en dejar que Dios nos hable.
Utilizaré la imagen de la familia: Un hijo se acerca a su padre para manifestar todo aquello que vive y al final pedirle un consejo. El joven empieza a hablar y hablar; cuando el padre quiere intervenir no lo deja. Insiste en el consejo, pero no deja hablar a su padre. Así nos pasa en la oración, queremos que Dios nos escuche, pero no lo dejamos actuar por nuestra cerrazón. Por consiguiente, nos molestamos con Dios porque sentimos que no nos escucha, siendo nosotros quienes hacemos monólogos y terminamos haciendo lo que creemos conveniente. La oración es ante todo la escucha plena de Dios para poder cumplir su voluntad.
Te invito a dejar espacios de silencio cada día, dejar que Dios actúe y así, poder discernir tus elecciones. Los silencios son indispensables en los momentos que nos abandonamos en las manos de Dios. Es bueno tener un espacio personal para tu oración, un lugar donde no te distraigas y te encuentres con tu Padre del cielo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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