“Cuiden de no practicar la justicia delante de los hombres”
2 Re 2,1.6-14; Sal 30; Mt 6,1-6.16-18.
En los seminarios y las comunidades religiosas es notorio ver a los estudiantes o aspirantes mostrar mucho ímpetu en sus quehaceres y parece que, al pasar el tiempo, se practica menos. Cuando alguno de los seminaristas va a terminar una etapa y será evaluado por los formadores, se le nota ese entusiasmo y deseos de ayudar en todo. Cuando un padre de familia nota en sus hijos que están muy hacendosos, saben que hay algo de fondo. La pregunta es: ¿Y ahora qué quieres? ¿qué permiso vas a pedir? Cada acto bueno tiene de trasfondo, un interés. Practicar la justicia significa hacer lo que Dios nos pide en cada momento, no sólo cuando tendremos una recompensa. Es necesario quitar esa idea del interés por lo que vamos a ganar, buscar hacerlo todo con plena convicción.
Cada seminarista o hijo necesita ser consciente de sus actos, buscar lo que lo lleve a ser mejor persona.
Es necesario, también, olvidarnos de los prejuicios por el buen comportamiento de otros; lo que cada persona realiza en su proceder significa lo inculcado en el hogar o en su comunidad.
Pidamos a Dios ser fermento de bondad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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