“Han oído que se dijo”
1 Re 19, 9. 11-16; Sal 26; Mt 5, 27-32.
San Mateo en el Evangelio habla del adulterio y del divorcio. En la plenitud que Jesús trae, cada una de las leyes tiene muchas implicaciones. No basta cumplir la ley, sino entrar en la profundidad de la norma. ¿Cómo sobrevivir al adulterio y al divorcio? Ante todo, hay que prevenirlos no dejando enfriar el amor con los detalles de pareja, respetar y hacerse respetar, escuchar desde el corazón de la propia familia. En ocasiones pensamos que somos buenos porque no cometemos pecados graves. Hasta decimos: ¿De qué me confieso?, no he matado ni robado.
Si nuestras acciones no son malas ¿por qué vemos un mundo tan corrompido, lleno de injusticia y discriminación? Dios, quiere personas que llevemos su ley en el corazón. No sólo se trata de evitar la maldad sino, sobre todo, llenar nuestras acciones de bondad.
Si nuestros ojos son ocasión de pecado significa que están mal direccionados. Mirar a Jesús y dejarnos transformar por su persona; bajo la mirada del Hijo de Dios veremos las necesidades de nuestros hermanos. Los invito a mirar las necesidades más urgentes y hacernos está pregunta vicentina: ¿Qué haría Jesucristo si estuviera en mi lugar?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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