Experiencia de las hermanas enviadas a Acapulco, Guerrero (México), para auxiliar y acompañar a los damnificados del Huracán Otis.

El miércoles, 25 de octubre, a las 0:25 hrs, entró en Acapulco, Guerrero, el Huracán Otis, de categoría 5, causando terribles destrozos.

Nuestra Provincia de Hijas de la Caridad trató de organizar rápidamente un equipo de hermanas para acompañar y auxiliar a los damnificados de Guerrero, tratando de vivir lo que nos dijo san Vicente: “Hijas mías, tienen que ir a socorrer a los pobres con la urgencia con que se va a apagar un fuego”. Seis hermanas: sor Consuelo Martínez García, sor Lupita Mendoza Vázquez, sor Rutila Lara Cervantes, sor Raquel Cruz García, sor Manuela Barrios Moreno y sor Pilar Méndez Gallegos, salimos para Guerrero el 20 de noviembre, pues antes no fue posible, debido a que no había transporte que entrara hasta la región más afectada, a la que pedimos ir.

Fuimos acogidas en la casa de las Hermanas Consagradas del Santísimo Salvador, que también quedó bastante dañada, lo que no impidió nos compartieran con gran generosidad y alegría todo lo que pudieron, desde su pobreza, dadas las grandes pérdidas materiales que también sufrieron.

Por medio del P. Leonardo Silva, a quien el obispo Leopoldo Gonzáles nombró coordinador de esta misión, llegamos a la zona “Pie de la Cuesta”, región que comprende 25 colonias o comunidades, donde el huracán tocó tierra, por lo que fue la más afectada, con gran acumulación de basura, lodo y piedras.

Después de una reunión parroquial, se acordó que en dos equipos visitáramos las colonias “El Cerrito” y “San Isidro” como las más afectadas; las Hermanas Consagradas introdujeron a un equipo al Cerrito y una familia de la parroquia acompañó al otro equipo.

Constatamos que San Isidro estaba entre las poblaciones más afectadas, debido al desbordamiento del arroyo por la caída de árboles, que arrasó a su paso las viviendas, algunas habitadas por familias hoy desaparecidas. Destruyó, además, la calle principal, al formar otro cauce allí, y otro más en área no habitada, arrastrando a su paso piedras inmensas y otros materiales: árboles, casas, etc.

El paisaje es desolador por todos lados, se observa el 90% de las viviendas sin techo, muros caídos, láminas apiladas, rotas y retorcidas incluso en árboles y cables de luz o teléfono.

El agua es escasa, el arroyo recién formado ya se secó y el original tiene muy poca agua, la basura abunda, propiciando mal olor.

Las pérdidas materiales, totales o parciales, son enormes, las grandes tiendas fueron saqueadas en el primer momento, ocasionando el actual desempleo, aunado a la destrucción de hoteles, que se vieron obligados a suspender a sus trabajadores hasta nuevo aviso.

El transporte público en estas comunidades es escaso por lo que, si no tenemos ofrecimiento de transporte particular, vamos caminando desde el convento, situado en la loma de un cerro, a las afueras de la ciudad.

También hay otras noticias tristes que nos han compartido: la aparición de cuerpos enterrados en el lodo, arrojados al mar o la laguna; el aire que se llevó a los enfermos encamados en terapia intensiva y en pediatría, según testimonios de las personas del lugar.

Hemos estado realizando VISITAS en esa área, observando que la necesidad de alimentación está cubierta: han recibido suficientes apoyos de organizaciones y personas de buena voluntad y semanalmente reciben una despensa bien surtida por parte del gobierno, entregada por el ejército. En cuanto a enfermedades, no hemos encontrado más que las previas, sobretodo hipertensión arterial y nos aseguramos que tengan el tratamiento que necesitan.

Nos hemos dedicado a ESCUCHAR a las personas, lo que nos quieran compartir, con respeto a sus creencias religiosas. También les hemos ofrecido la Medalla Milagrosa, la cual han acogido con gran devoción. Todos han manifestado su gratitud hacia Dios que les ha conservado la vida, a pesar de la magnitud del desastre repentinamente vivido.

Ayer les llegó la noticia que dede Taiwán les apoyarán en la reconstrucción de 1.000 casas, para lo cual la Parroquia ha realizado un censo con el fin de que la ayuda sea para quienes más lo necesiten.

Con la ayuda de las Hijas de la Caridad se hizo presente también la FAMILIA VICENTINA que desde las distintas ramas proporcionó muy distintos y valiosos apoyos, en especie o en dinero.

Se les propuso a las presidentas de Voluntarias Vicentinas, Medalla Milagrosa y Juventudes Marianas Vicentinas, ahorrar lo que se tenía destinado para compra de víveres, para apoyar más adelante en la reconstrucción de viviendas. Todos estuvieron de acuerdo.

El convivir y apoyarse las comunidades en estos momentos difíciles ha sido muy edificante para nosotras, su experiencia de Fe nos evangeliza. Una constante ha sido, compartirnos el milagro de la conservación de sus imágenes en medio del desastre total, lo cual no deja de sorprendernos a ellos y a nosotras también.

Nos sorprende también el amor de Dios que vela por sus criaturas, ¿Cómo agradecerle? ¿Cómo pedir perdón, por el daño causado a la naturaleza, que hoy se nos revierte?

Continuamos dando gracias al Señor por la oportunidad que se nos dio, a un mes del paso del Huracán Otis, de venir a acompañar a los hermanos de Acapulco, afectados por este desastre natural, de encontrarlo a Él, en cada uno de ellos y le pedimos su luz y su gracia, para poder ser testigos de su amor para con los pobres, a los que nunca olvida.

Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul, enviadas a Guerrero.

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