“Poner nuestro empeño en la honradez”
2 Pedro 1, 1-7; Sal 91; Mc 12, 1-12.
Para la reflexión del Evangelio de hoy, parto de la experiencia de quienes tienen un negocio, un comercio. Ellos me cuentan que no es bueno prestar o dar crédito en una tienda. La razón es que, al momento de fiar, los clientes ya no vuelen a pasar por la tienda. Este hecho se resume en esta expresión: “Se le cerraron las puertas”. En cada relación que tenemos podemos crear campos de confianza o, por el contrario, defraudar a aquellos que nos brindaron su amistad y confiaron.
Dios en su infinito amor, creó todo para que la humanidad entrara en comunicación con su Creador y aprendiera a compartir y cuidar a los otros, como lo ha hecho Dios con nosotros. Nos dotó de muchas cualidades y bienes.
Ser honrado es la cualidad de la persona que obra y actúa con rectitud, justicia y honestidad. La honradez se basa en el respeto al otro y en la verdad, se rige por valores morales; es la persona que en su obrar y en su pensamiento, se comporta de manera justa, recta e íntegra.
Añade a tu fe la honradez, a la honradez el criterio, al criterio el dominio propio, al dominio propio la constancia, a la constancia la piedad, y a la piedad el amor generoso al estilo de Jesús.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: José Alfredo Delgadillo Padilla C.M.
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