En España una nueva realidad eclesial está en auge: los “retiros de impacto”. Consisten en un fin de semana donde se propicia un encuentro experiencial con Cristo, que logre causar un impacto en la persona y la movilice hacia una conversión más profunda.
Su aparente éxito ha puesto el foco en ellos, aunque no han tardado en llegar también críticas que, entre otras cosas, señalan una prioridad excesiva a la dimensión emocional. Son aspectos que no podemos banalizar, porque serán el abono en el que crezca la semilla del Primer Anuncio, e imprimirá su huella en el perfil del católico de pasado mañana.
Sin embargo, todos coincidimos en que “urge a la propia Iglesia cambiar de inercia para pasar de una administración rutinaria de sacramentos a una pastoral con una buena dosis de imaginación, creatividad y audacia, que sepa escuchar las necesidades y heridas del hombre y la mujer de hoy”.
Y los vicencianos, ¿qué?
San Vicente no era un hombre que se dejara llevar por inercias ni rutinas. Era tremendamente creativo y audaz, y nos legó un carisma en el que el equilibrio dinámico juega un papel fundamental.
Desde esta búsqueda de equilibrio dinámico es desde donde nacen los retiros ‘Talitha Cumi’, propiciados por el Equipo Coordinador Nacional de JMV España en el curso 21-22. No buscan seguir una moda, sino responder a la necesidad de volver a tener en cuenta que el ser humano no es sólo cabeza y voluntad, sino también corazón y sentimientos. Ciertamente hay que saber encauzarlos, pero en ningún caso podemos excluirlos de nuestra acción evangelizadora a riesgo de pretender extirpar del ser humano una parte importante que Dios puso en él.
No buscan conversiones exprés porque se ofertan desde plataformas vicencianas y a personas próximas al carisma, que encontrarán una comunidad y un acompañamiento a su salida del retiro. En ellas se las acogerá integralmente y desde ellas se potenciará el servicio a los más necesitados.
El hilo conductor de los ‘Talithas’ está inspirado en un camino bien probado a lo largo de los siglos en la Iglesia, y que San Vicente no dudó en usar para reformar al clero: los Ejercicios Espirituales. Estos fueron diseñados para ayudarnos a vivenciar un encuentro profundo con el Señor en el que Él mismo nos va mostrando lo que quiere hacer en nosotros.
Así, la espina dorsal de estos retiros a nivel teológico y pedagógico está formada por tres elementos indispensables: conectar con mi verdad, experimentarme amado incondicionalmente por Dios y buscar cómo responder a ese amor.
Los Talitha Cumi quieren tener esta misma función en la revitalización de JMV y, de hecho, ya han comenzado a dar sus primeros frutos. Estos son algunos testimonios de aquellos primeros jóvenes que tuvieron la suerte de experimentarlo:
- Me habían dicho que, si le dejaba, Dios me recolocaría la Pero lo que hizo fue tirármela entera, hasta los cimientos.
- Supuso comenzar a dejar que Dios actuara en mí, a soltar, a dejarme en Él.
- Me ha ayudado a entender qué quería Dios de mí.
- Ha supuesto un antes y un después, un punto de inflexión. No ha cambiado lo que hago, sino el valor que le doy y cómo lo vivo. Y la gente lo nota.
- Lo que recibí fue tan grande que tenía que Así que reuní a mis amigos e intenté explicarles que ya no era la misma persona.
- Fue la semilla que hizo que me fuera acercando más a Dios. Me ayudó a volver a revivir mi amor por Dios y su amor por mí.
- Derrumbó mis barreras y todo se me vino encima. Hubo cosas que fui digiriendo en el mismo Talitah. Otras tardé más en hacerlo. Algunas quedaron redimidas.
- Me doy cuenta de que antes me relacionaba con Dios a base de chutes, de globos que llenaba en las convivencias y que luego se Pero esto fue tan fuerte que decidí que tenía que empezar a ser algo diario. Ahora voy a misa todos los días y acabo el día orando. Me cuesta, pero merece la pena.
- Percibí mucho la presencia de Dios en las personas. Vi claramente la Providencia de Dios a través de ellas.
Sor Isabel Escudero Fernández, HC
Hijas de la Caridad, España Centro.
Fuente: hijasdelacaridadec.org
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