“Después dijo al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa”
Hech 1, 12-14; Sal 86; Jn 19, 25-34.
El lunes después de Pentecostés celebramos a María como Madre de la Iglesia, esto solo a partir del año 2018. El culto y veneración a la Santísima Virgen María está presente desde los primeros siglos, pero la motivación para el establecimiento de esta memoria está en el Concilio Vaticano II, el 21 de noviembre de 1964, cuando el Papa Pablo VI declaró a la Santísima Virgen “Madre de la Iglesia, es decir, de todo el pueblo cristiano, tanto de los fieles como de los pastores que la llaman Madre Santísima”.
El texto evangélico es muy iluminador. Desde el suplicio de la Cruz, el Señor Jesús nos deja como madre a su propia madre, por medio del discípulo que tanto amaba: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Una misión que encomienda Jesús a su Madre mirando al discípulo. Pero es una misión que requiere que también el discípulo asuma una responsabilidad: “Ahí tienes a tu madre”. “Y a partir de ese momento la llevó a vivir consigo…”
Abramos nuestro corazón y acojamos a nuestra Madre Santísima, que intercede y nos ama.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza C.M.
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