“Les conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Espíritu Consolador no vendrá a ustedes”
Hech 16, 22-34; Sal 137; Jn 16, 5-11.
Hoy continuamos con el capítulo 16 del evangelio de San Juan que iniciamos ayer. Jesús nos vuelve a hablar sobre la venida del Espíritu Santo. Él se reconoce como enviado por el Padre para realizar la misión de anunciar la Buena Nueva centrada en el Reino de Dios.
El Señor, que conoce los corazones, dice a sus discípulos que se da cuenta de que esta despedida les provoca tristeza, y los anima a poner su confianza en la voluntad
del Padre que redunda siempre en el bien de ellos y de la humanidad. Esto solo será posible cuando ellos tomen conciencia del don del Espíritu Santo que se les concederá y que a la vez los impulsará a ser testigos suyos ante los hombres.
¿Soy consciente del don que se me ha confiado? ¿Acepto este regalo y tarea para llevar a cabo cada día? ¿Me siento impulsado a ser testigo del Señor Resucitado?
Es necesario experimentar cada día el encuentro con Jesús para recibir su luz que nos dispone a la renovación y el discernimiento de la voluntad del Padre del cielo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza C.M.
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