“Yo soy el camino, la verdad y la vida”
1 Cor 15, 1-8; Sal 18; Jn 14, 6-14.
Celebramos a estos apóstoles que, junto con los demás, tuvieron que vivir la condición de ser discípulos antes que apóstoles. En este pasaje, precisamente, vemos como ellos aprendieron a entender la fe desde lo que les proponía el
Señor, llegando, incluso, a manifestarle las inquietudes y las dudas de su corazón.
En el pasaje, Jesús nos dice: “Si me conocieran, conocerían también a mi Padre”. El significado del conocimiento no solo se refiere al plano de las ideas, va a lo más profundo de la persona: lo existencial y vital, incluyendo sus sentimientos y emociones. Nos dice, además: “Desde ahora lo conocen, pues ya lo han visto”, palabras que, tomadas superficialmente, pueden no ayudarnos en nuestra comprensión del misterio de amor del Padre y del Hijo. Pero podemos acercarnos a su comprensión de dicho misterio cuando lo vemos desde la experiencia humana; pensemos la relación de un padre con su hijo, que se refleja y se reconoce muchas veces en los modos y maneras de pensar y actuar del hijo.
Señor enséñanos a reconocer al Padre en ti y que, creyendo en ti, podamos hacer las obras que tú haces y seamos reconocidos como discípulos tuyos.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza C.M.
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