Confraternidad de Reflexión Bíblica desde el carácter secular: hacia su primer lustro

por | May 4, 2024 | Confraternidades, Noticias | 0 Comentarios

Casi un lustro cumple este mes la Confraternidad de Reflexión Bíblica, algo que la compromete a continuar con su misión de rumiar la Palabra Dominical de manera anticipada.

En medio de la Pandemia

Recuerdo perfectamente ese mes de mayo del año 2020. El Padre Luis Antonio González Palacios y don Luis Adrián, miembros de la Rama de la Familia Vicentina Escuela de Teología San Vicente de Paúl, me llamaron para comentarme sobre una invitación que el Padre Flavio Pereira Tercero CM nos lanzaba. No niego que inmediatamente sentí la intervención de Dios.

Durante esos meses solía estar preocupada – no puedo negarlo – y hasta un poco decepcionada por la marcha de la situación mundial. Nunca creí vivir una Pandemia y mucho, menos de la envergadura del COVID 19. Pero, en medio de ese sentimiento negativo, Dios me lanzaba una invitación para salir de las cuatro paredes de mi casa a través de las redes. Fue un momento importante en mi vida, comenzaba a ver luz en el camino. La pandemia no era ni sería el final de la historia.

Acepté la invitación y al siguiente día me integré a la reunión. No todo salió bien. La señal de internet en mi casa fue de lo peor; y, no entendía muy bien qué hacíamos ahí reunidos. Aún así, la reunión me gustó. Reflexionamos sobre el Evangelio y Lecturas del Domingo utilizando el método de San Vicente de Paúl: Naturaleza, Motivos y Medios. Método que en América Latina se identifica perfectamente con el método Ver-Juzgar y Actuar.

La siguiente semana ingresé a la reunión. Sin saber por qué ni cómo, esperaba con ansias que el martes llegara porque la promesa de ambos sacerdotes y don Luis Adrián había sido reunirnos ese día a las 3:00 de la tarde. Y ¡oh! ¡sorpresa! Ya no éramos tres. En la pantalla observé rostros nuevos. Eran tres religiosas de la Congregación Siervas Misioneras de la Santísima Trinidad y junto a ellas, una novicia. Antes de terminar acordamos nombrar un secretario que tomara notas y redactara un acta o una bitácora (no estábamos seguros pues era algo incipiente) sobre lo conversado durante la reunión. Para sorpresa mía, el nombramiento recayó sobre mi persona. Todos contentos por esa razón y muy felices del rumiar de la Palabra acordamos reunirnos el siguiente martes e invitar a otros a ese grupo que aún se estaba gestando.

A semejanza de San Vicente de Paúl

El proyecto fue avanzando y poco a poco determinamos que ese grupo de personas reunidas cada martes a las 3:00 de la tarde, sería conocido con el nombre de “Confraternidad”. Se discutió su significado, su alcance, etc., y convenimos en llamarlo “Confraternidad de Reflexión Bíblica desde el carácter secular”. Su apelativo sería: “Eco de la Palabra”. El número de miembros aumentó en cuestión de días y era una experiencia extraordinaria no solo el reflexionar la Palabra sino el conocer el quehacer de la Iglesia en otras regiones muy a pesar de las condiciones de encierro obligatorio generado por la pandemia.

La Confraternidad era un punto de unión entre hermanos y hermanas de la Familia Vicentina y otras comunidades o asociaciones de la Iglesia católica. Estados Unidos, México, Guatemala, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Venezuela y Argentina estaban representados cada martes.

Nos dimos cuenta de que, consciente o inconscientemente estábamos imitando a San Vicente de Paúl con aquellas famosas reuniones mantenidas los días martes que, muy bien describe su biógrafo el Padre José María Román CM:

En la segunda reunión se redactó un reglamento provisional; conforme a las líneas señaladas por Vicente, fueron elegidos los miembros de la junta directiva y se fijó el martes como el día de reunión más cómodo para todos. La asociación empezó, por eso, a ser conocida con el nombre de «conferencia de los martes»… seguramente se desarrolló conforme a lo que sabemos de conferencias posteriores. Vicente tenía horror a la oratoria vacía de la época. Por eso, nada de discursos, sino exposición sencilla y clara por alguno de los presentes de los pensamientos que la oración y la meditación le habían sugerido. A continuación, puesta en común de los afectos e ideas que otros habían tenido. Vicente hablaba poco. Generalmente, se contentaba con escuchar. Sólo al final tomaba la palabra para subrayar algunas de las ideas expuestas, añadir sus sentimientos, ofrecer sus propias reflexiones, matizar, exhortar, corregir. Y, sin embargo, sus palabras eran escuchadas con avidezi.

Y he aquí las propias palabras del Santo de los Pobres:

«¡Qué bien ha sido recibido por los señores eclesiásticos el pensamiento que hizo el honor de comunicarme estos días pasados!» «Hace quince días los vimos a todos juntos, y resolvieron lo que proponía usted con una uniformidad de espíritu que parece obra de Dios».

«Hoy tienen que reunirse de nuevo. ¡Oh, señor, cuántos motivos hay para esperar mucho bien de esta compañía! Usted es el promotor y tiene interés en que todo resulte bien para gloria de Dios»ii.

Había sus diferencias entre aquellas reuniones de los martes y la nuestra, lo cual era innegable debido al paso del tiempo. El Señor Vicente fundó esas Conferencias solo con eclesiásticos; la Confraternidad estaba integrada por sacerdotes, religiosas y laicos, estos últimos en mayor número de ahí su nombre: desde el carácter secular. Nombre que también ponía el acento en la necesidad de trabajar en el mundo y en beneficio del mundo a través del anuncio de la Buena Nueva con un marcado objetivo de hacer de los cristianos actores de la historia de la salvación y agentes de cambio.

En medio de otras

No éramos la única Confraternidad naciendo. Casi paralelo a la nuestra el Espíritu fue inspirando el nacimiento de otras como la Confraternidad de Asesores, la Confraternidad de Psicólogos, la Confraternidad de Abogados, etc. Aquello parecía un nuevo Pentecostés. Era como un viento fresco que entraba a través de las rendijas de la Familia Vicentinas. Juntas y unidas por el carisma vicentino, las Confraternidades nos hemos mantenido desde ese año constantes en la enseñanza de la Iglesia, de San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones (cf. Hch 2, 42).

En conclusión

Ha sido ya casi un lustro lleno de muchas bendiciones, de muchas alegrías; y a veces, hasta de no pequeños desánimos; pero, al viento del Espíritu hemos perseverado y superado las tempestades de la Mar. Nunca falta el Señor que dormidito en la barca despierta al punto para calmar los vientos (Mc 4, 38 40); y ésta sigue navegando por la travesía de la vida. Con Él en la barca nada tememos y esperamos navegar hasta cumplir – el próximo año – nuestro primer lustro en su compañía.

Por Claudia Rivera

Notas:

i José María Román, Vicente de Paúl. Biografía, p. 135.

ii San Vicente de Paúl, Obras Completas I, 1, p. 453-454.

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