“Como el Padre me ama a mí, así los amo yo a ustedes”
Hech 15, 7-21; Sal 95; Jn 15, 9-11.
Hoy Jesús nos invita a permanecer en su amor; y no hay otra forma para hacerlo que en la vida concreta, con la práctica de sus mandamientos, es decir, amando como el Padre lo amó y como él nos ama, amor manifestado en el servicio al prójimo, especialmente el pobre y el atribulado. De esta manera nos manifestaremos como auténticos discípulos del Señor y participaremos de su alegría, que nos lleva a la plenitud de vida. Podemos preguntarnos si llevamos a la práctica la propuesta del Señor o todo se queda en palabras bonitas.
Pienso que a la luz del evangelio de hoy podríamos proponernos hacer una buena obra cada día, como signo de querer permanecer en su amor. Podemos comenzar por cosas pequeñas, que pueden parecer insignificantes.
En una ocasión una señora comentó que tenía constantemente conflictos con su esposo y sus hijos, y se daba cuenta que ello era a causa de que llevaba una vida con mucho estrés por sus asuntos familiares y laborales. Me comentó que, para mejorar con su familia, comenzó con un pequeño compromiso cada día, cosa que no pasó desapercibida y que incluso motivó a todos en la familia a seguir su ejemplo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Juan Carlos Reyes Mendoza C.M.
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