“Permanezcan en mí y yo en ustedes“
Hech 9, 26-31; Sal 21; 1 Jn 3, 18-24; Jn 15, 1-8.
La imagen que nos presenta el evangelio de este día es por demás hermosa, y es que estar unidos a Jesús debería de ser el ideal de todo cristiano. Estar separados de Dios es carecer de vida verdadera, es vivir muriendo día a día, pero estar unidos a él es ir creciendo para dar frutos verdaderos que llenen al mundo de felicidad.
La pregunta entonces es: ¿Cómo puedo yo estar unido a Dios? Y la respuesta es simple: El cristiano está en el mundo sin ser del mundo, por ello estar unido a Dios es ir por el mundo sabiendo que en todo momento y lugar somos de Dios, nunca olvidarlo. Algunos, sin embargo, viven su ser cristianos únicamente cuando van a la Iglesia y olvidan ser cristianos en el hogar y en trabajo, en el transporte público y con los amigos, pareciese que vivimos en dos mundos o mejor dicho dos vidas, como si pudiéramos conectarnos y desconectarnos de Dios, es decir, cuando estoy en la Iglesia estoy unido a Dios y apenas doy un paso fuera de ella dejo de ser cristiano.
Estemos unidos a Dios todo el tiempo, él va con nosotros mostrándonos su amor. No lo olvidemos, mantengámonos firmemente unidos en el amor de Dios.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Iván Pech May C.M.
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