“Donde yo esté, también estarán ustedes”
Hech 13, 26-33; Sal 2; Jn 14, 1-6.
El mensaje del evangelio de este día es un mensaje de esperanza. Jesús se está despidiendo de sus discípulos y ve en sus rostros la tristeza; él los anima con esas palabras que hoy deben de calar hondo en todos nosotros: Jesús les –nos– dice que en la casa de Dios su Padre –y Padre nuestro– hay un lugar para cada uno de nosotros, que él se va, pero allá nos espera. Este es su mensaje de esperanza, que al final de nuestra existencia regresaremos a la casa de Dios nuestro Padre, allí seremos uno en él.
Démonos cuenta que nuestro hogar definitivo no está aquí, nuestro hogar definitivo es estar unidos a Dios por siempre en la vida eterna; no temamos, no nos entristezcamos, por el contrario, permanezcamos firmes en la confianza en Dios nuestro Padre, sus promesas nunca nos defraudarán, él siempre las cumple, seamos fieles a él.
Vivamos en este mundo sabiendo que nuestro hogar definitivo está en el cielo, somos ciudadanos del cielo, que es la casa de nuestro Padre y, por lo tanto, también la casa nuestra. En este hogar temporal esforcémonos por vivir lo mejor posible para llegar a nuestro hogar definitivo y gozar de la paz y felicidad que solo nuestro padre Dios nos puede dar.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Iván Pech May C.M.
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