Domingo de Resurrección
Hech 10, 34. 37-43; Sal 117; 1 Cor 5, 6-8; Jn 20, 1-9.
La profundidad de la experiencia del narrador del evangelio de hoy, que contempló los hechos, lleva al oyente a que viva de igual manera la experiencia de la resurrección de Jesús. Sucede “el primer día después del sábado”, en que María Magdalena encontró removida la piedra que lo cerraba y echó a correr llevando la noticia a Pedro y a Juan.
Impactados estos apóstoles, sienten un impulso que los hace correr hacia el lugar en donde se encontraba colocado el cuerpo de Jesús. Entra Pedro primero, como cabeza de la Iglesia. Contempla los lienzos y el sudario doblado en sitio aparte. Entonces entró Juan, vio y creyó, porque hasta entonces no habían entendido las Escrituras, según las cuales Jesús debía de resucitar.
La Experiencia que provocó la resurrección en la primera comunidad, debería ser la misma actualmente: llevar a la trasformación y renovación de la vida y de las estructuras sociales que dañan al hombre. Esta esperanza de renovación es una parte muy importante de las buenas nuevas que llevamos de Jesús. Además, debe darnos la valentía para enfrentar la injustica en el mundo, y vivir de manera diferente, por el conocimiento y el poder de la resurrección de Cristo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús de Luna C.M.
0 comentarios