“Si el Hijo les da la libertad, serán realmente libres”
Dn 3, 14-20. 49-50. 91-92. 95; Sal 3; Jn 8, 31-42.
Jesús dijo a los que habían creído en él: Si se mantienen fieles a mi palabra, serán verdaderos discípulos míos, conocerán la verdad y la verdad los hará libres”. El discípulo debe de mantenerse fiel a la Palabra para ir escudriñando en ella la enseñanza que lo llevará a configurarse con el Maestro y descubrir la verdad. Y la verdad lo llevará a la libertad interior, a esa libertad que nadie podrá arrebatarle.
El pecado nos hace esclavos; un pecado llama a otro pecado y así hasta que se hace imposible salir. Así sucede en la vida del cristiano que no está atento; de pequeño era fervoroso y hasta casi le daba gusto ir a la Iglesia, después con el tiempo se fue enfriando, a veces dejaba la misa dominical y poco a poco la dejó del todo. Luego se confesaba –acaso– una vez al año e iba a la Iglesia sólo para las bodas y los entierros, hasta que llegó a una edad en que se consideró maduro del todo y se dijo a sí mismo: Ya no necesito de esto que llaman religión. Jesús nos lo advierte en el evangelio de hoy para que no nos hagamos esclavos del pecado, sino que, como la Virgen, seamos fieles a Dios, que en cada momento nos pide nuestra libre y generosa disponibilidad para cumplir su voluntad.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús de Luna C.M.
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