“Lo he glorificado y lo volveré a glorificar“
Jr 31, 31-34; Sal 50; Heb 5, 7-9; Jn 12, 20-33.
La expresión de Jesús: “Yo les aseguro que si el grano de trigo, sembrado en la tierra, no muere queda infecundo; pero si muere producirá mucho fruto” expresa toda la enseñanza que el Maestro quiere mostrar a todos sus seguidores. Nos invita a estar dispuestos a ir muriendo día a día, entregando la vida en amor y servicio a los hermanos. Es la única manera de recobrarla plenamente. ¡Qué bella paradoja!
Jesús es el grano de trigo que viene de Dios. Él fue enviado por Dios para salvarnos, vino a darnos su vida a cambio de nuestra salvación. Nosotros estamos llamados a ser como Jesús: Llamados a morir. Pero morir al hombre viejo que llevamos en nosotros: nuestras malas costumbres, vicios… para resucitar a una vida nueva. Sin embargo, esta experiencia no se consigue sin un verdadero convencimiento de que sin Dios nada somos.
También debemos prepararnos para acompañar a Jesús en su Pasión y en su Resurrección por medio de la Eucaristía. Acudamos al Pan de los ángeles que es el mismo Cristo hecho grano y triturado para quedarse con nosotros hasta el fin del mundo. No podemos dejarlo solo después de experimentar su amor en la comunión.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús de Luna C.M.
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