“No crean que he venido a abolir la ley o los profetas; no he venido a abolirlos, sino a darles plenitud”
Dt 4, 5-9; Sal 147; Mt 5, 17-19.
Jesús da una lección a los discípulos sobre que no hay contraposición entre sus palabras y acciones, y la ley de Moisés y todo lo anunciado por los profetas.
Jesús viene a sacudir aquella mentalidad cerrada por el miedo y recluida en los prejuicios. Él, sin embargo, no viene a suprimir la ley de Moisés, sino que la lleva a plenitud, declarando, por ejemplo, la ineficacia de la Ley del Talión: “Ojo por ojo y diente por diente”; diciendo que Dios no se complace en la mera observancia del sábado y al mismo tiempo despreciar al hermano; o cuando ante la mujer pecadora, no la condena, sino que la salva de la intransigencia de aquellos que estaban ya preparados para apedrearla sin piedad, pretendiendo aplicar la Ley de Moisés.
Jesús revoluciona también las conciencias en el Sermón de la Montaña, abriendo nuevos horizontes para la humanidad y revelando plenamente la lógica de Dios: La ley del amor.
Porque Dios “quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”. “Misericordia quiero y no sacrificio”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Jesús de Luna C.M.
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