“Ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás”
Jon 3, 1-10; Sal 50; Lc 11, 29-32.
La “conversión”, de la que se suele hablar mucho durante la Cuaresma, implica un proceso largo (dura toda la vida) y doloroso. Implica ubicar dónde están nuestras fragilidades y pecados y requiere “dolor”, tristeza por nuestras actitudes egoístas, agresivas, indiferentes. Necesita mirar en la vida de Jesús el modelo acabado de lo que estamos llamados a ser y pide decisión, valentía y esperanza para renunciar a las posturas egoístas o agresivas, indiferentes y convenencieras; y luego, levantarnos, ponernos en marcha, caminar hacia horizontes nuevos.
Los habitantes de Nínive se convirtieron con la predicación de Jonás. ¿Y nosotros? Conocemos a Jesús y su Evangelio; su vida y su propuesta para nosotros. Tenemos los medios: la luz del Evangelio, el testimonio de la comunidad, la gracia de los sacramentos… ¿Qué más necesitamos?
Sea lo que sea que nos haga falta, lo tenemos seguramente a nuestro alcance. Porque Jesús no podría pedirnos algo imposible. Y, en definitiva, sabemos que él tiene todo lo que necesitamos: “Aquí hay alguien que es más que Jonás”. Él es más que todos y que todo. Que esta Cuaresma nos acerquemos más a Jesús. Ahí comenzará de verdad nuestro camino de conversión.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero C.M.
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