“Los fariseos le pedían una señal del cielo”
Sant 1, 1-11; Sal 118; Mc 8, 11-13.
¿Les ha sucedido estar buscando algo y no encontrarlo, aunque lo tengan justo enfrente? ¿Buscar desesperados los anteojos, que traen puestos sobre su nariz? Algo parecido les sucedía a los fariseos del evangelio de hoy: le pedían a Jesús una señal del cielo que lo acreditara ante ellos, algo extraordinario que les mostrara que Jesús era una persona especial y que merecía su reconocimiento. Pero, ¿qué prueba los iba a convencer si no estaban dispuestos a cambiar su forma de pensar?
El relato de hoy viene justo después del milagro de la multiplicación de los panes. ¡Jesús había alimentado a 4 mil personas a partir de siete pantes y unos cuantos pescados! Sin duda éste fue un hecho muy conocido que maravilló a todos. No a los fariseos; ellos piden “una señal del cielo” para creer en Jesús.
¿Cuántos “ciegos voluntarios” caminamos por la vida buscando señales de Dios en el camino, pidiéndole que se manifieste en medio de la prueba, en la angustia y en el dolor? ¿Cuántos hemos pensado que Dios no nos ama ni nos acompaña cuando simplemente necesitamos abrirnos a su presencia constante, total, solidaria y amorosa? ¿Qué señales necesitamos?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero C.M.
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