Jesús ha venido para recorrer pueblos y aldeas a fin de predicar de palabra y de obra, y como le da a conocer el Padre en la oración, la Buena Noticia.
Antes de decidir recorrer toda Galilea, Jesús se va a un lugar solitario para orar. Esto lo hace él antes del amanecer y mientras duermen aún sus discípulos.
Y da a entender esto que su religión para con su Padre no puede menos que llevar al amor para con su prójimo. Por tal religión y tal amor sobresale él (SV.ES VI:370).
Así que, sí, sus discípulos fieles salen con él de la sinagoga y van con él a las casas de los que tienen una u otra clase de necesidad. Se acercan a ellos, es decir, miran de cerca sus rostros y comparten sus penas. Luego, los cogen de la mano. Y así, los tocan a los que sufren los que no se preocupan de las reglas rituales de pureza. Es que se preocupan no más por la salud y el bien de los que por poco se desesperan. Y, por fin, los levantan a los abatidos; los ayudan a cobrar de nuevo el ánimo y la autoestima.
No, no nos basta con quedarnos salvos y sanos en los lugares de culto. Más bien, nos toca recorrer lugares conocidos y ajenos para cuidar a los pobres. A los que sienten que sus días se consumen sin esperanza. Hemos de salir a la calle y correr el riesgo de dañarnos, herirnos y mancharnos (EG 49). Pues nos acabaremos enfermos si nos encerramos en los lugares de culto y nos aferramos a nuestras seguridades.
Pero hemos de saber lo que pide Dios de nosotros en concreto. Y esto no lo sabremos si no lo llamamos, si no oramos. Es decir, amar a los demás del mismo modo que Jesús quiere decir tener su religión para con el Padre.
Señor Jesús, con el Padre actúas siempre en el mundo; renueva todas las cosas con la fuerza de tu Espíritu. Y haz que la misma fuerza nos impulse a recorrer pueblos y aldeas para predicar la Buena Noticia del reino. Hasta entregar nuestros cuerpos y derramar nuestra sangre si es necesario. Pues, sí, ¡ay de nosotros si no predicamos tu Buena Noticia!
4 Febrero 2024
5º Domingo de T.O. (B)
Job 7, 1-4. 6-7; 1 Cor 9, 16-19. 22-23; Mc 1, 29-39
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