“Llamó a los Doce y los envió de dos en dos”
1 Re 2, 1-4. 10-12; 1 Cron 29; Mc 6, 7-13.
Jesús llama a sus apóstoles para enviarlos a predicar la conversión, a “expulsar demonios” y curar a los enfermos. Los envía de dos en dos, no irán solos. Además, irán despojados de todo, sin seguridades, sin apegos ni cargas innecesarias. Todo esto porque su misión no será sólo hablar o predicar; su misión es anunciar que el Reino ya se hizo presente, por lo mismo, deberán mostrar signos y pruebas de ello.
Y el Reino se hace presente no solo a través de las curaciones que hacen, sino a través de su propio testimonio: van en parejas, como dos hermanos que viven la comunión, que no compiten entre sí, solidarios y fraternos. Y se presentan libres, con un brillo en los ojos que muestra que han descubierto un tesoro más valioso que todo el oro del mundo. Pobres y confiados totalmente en las manos de Dios, mostrando en sus relaciones y en sus actitudes los valores a los que invitan a todos.
El Reino se siembra con el amor, y se contagia, sin obligar a nadie; se muestra en el gozo de haber encontrado al Señor. La misión de los Apóstoles es hablar de la propia experiencia del amor de Dios e invitar a todos a vivir en ese amor. Ésa es la misión de la Iglesia, la misión tuya y mía. De dos en dos, en comunión, en libertad y llenos de gozo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Silviano Calderón Soltero C.M.
0 comentarios