“¡De ti Señor, viene la salvación y la bendición para tu pueblo!”
2 Sam 15, 13-14. 30; 16, 5-13; Sal 3; Mc 5, 1-20.
El evangelio nos ofrece un relato muy significativo en diversos puntos:
Primero: Jesús sale de territorio judío por primera vez, visita territorio geraseno y lo hace por el lado del cementerio, no por la entrada principal.
Segundo: El primero en salir a recibirle es un hombre poseído, que carga también el peso de la crítica y juicio, de las cadenas y grilletes con los que han buscado mantenerlo al margen de la vida del pueblo, en la zona de muerte, el cementerio.
Tercero: Jesús dialoga con el poseído, le escucha y toma en cuenta su opinión, lo libera enviando a los demonios a la piara de cerdos, que se destruyen en la profundidad del lago; le devuelve su dignidad, sanándolo, vistiéndolo y lo envía con una misión. ¿De qué demonios pido hoy a Jesús que me libere?
Cuarto: La reacción de la gente es correr a Jesús, buscan deshacerse de aquel que intenta hacer un cambio.
Nos preguntamos: ¿Nuestra sociedad a quién busca mantener al margen? ¿Qué cadenas cargan y buscan romper los marginados de nuestra sociedad?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares, Medalla Milagrosa de Monterrey.
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