“El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”
2 Sam 6, 12-15. 17-19; Sal 23; Mc 3, 31-35.
Jesús nos habla de un nuevo sentido de ser familia, ya no es la sangre lo que único que nos une, también lo hace el compartir una misma fe y un mismo amor a Dios y más adelante agregará también que el amor a los hermanos es lo que nos hace familia.
Es por esto que es tan importante estar integrados a una comunidad en la que conozco y me conocen; el compartir como comunidad es mucho más que solo ir a “oír misa”, es abrirme a los que tengo al lado, ayudar y dejar que me ayuden. Es la maravillosa experiencia de contar con una red de apoyo que es la acción misma de Dios, para ser familia en las buenas y en las malas. Agradezcamos a Dios el regalo de tantas personas que se han hecho familiares nuestros por la fe en Jesucristo.
Compartir servicios, misiones, oración y vida traspasa los límites de la sangre y nos lleva a vivir en cercanía aún en la distancia, el amor desde los ojos de Dios.
El rey David, en la primera lectura, inicia su gobierno y lo hace compartiendo la alegría de honrar el arca de Dios con los que ahora son su pueblo.
Ayúdanos Señor a valorar nuestra Comunidad de Iglesia, a participar en ella y vivir bajo tu amparo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares, Medalla Milagrosa de Monterrey.
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