“Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia. El Señor ve al corazón”
1 Sam 16, 1-13; Sal 88; Mc 2, 23-28.
En el evangelio de Marcos se encuentran varios pasajes en los que Jesús realiza curaciones y perdona los pecados. Hoy lo vemos caminar con sus discípulos, que van cortando espigas de entre el trigal para comerlas. Les deja claro que primero está el saciar el hambre que cumplir leyes, porque la persona es primero. Jesús trabaja por dejar clara la dignidad de las personas, su integridad, su salud y su salvación como lo más importante para Dios y no el cumplimiento de las leyes.
El respeto a la persona humana pasa por el respeto del principio: “Que cada uno, sin ninguna excepción, debe considerar al prójimo como «otro yo», cuidando, en primer lugar, de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente” (GS 27, 1). Ninguna legislación podría por sí misma hacer desaparecer los temores, los prejuicios, las actitudes de soberbia y de egoísmo que obstaculizan el establecimiento de sociedades verdaderamente fraternas. Estos comportamientos sólo cesan con la caridad que ve en cada hombre un prójimo, un hermano (CIC 1931).
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares, Medalla Milagrosa de Monterrey.
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