“No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. No vine a llamar a justos sino a pecadores”
1Sam 9, 1-4. 10. 17-19; 10, 1; Sal 20; Mc 2, 13-17.
Dios envía a Samuel a ungir al nuevo rey de Israel y se encuentra con Saúl, quien se siente indigno porque es el último hijo de una familia de la tribu de Benjamín. ¿Cuántas veces nos hemos sentido como Saúl?, indignos de experimentar la felicidad, de aceptar que Dios nos está dando una misión.
Deberíamos de ser más como Mateo, que al llamado de Jesús dejó todo permitiéndose sentirse elegido y comparte con libertad la mesa y la alegría.
“La más antigua oración de la Iglesia por la autoridad política tiene como autor a san Clemente:
–Concédeles, Señor, la salud, la paz, la concordia, la estabilidad, para que ejerzan sin tropiezo la soberanía que tú les has entregado. Eres tú, Señor, rey celestial de los siglos, quien da a los hijos de los hombres gloria, honor y poder sobre las cosas de la tierra. Dirige, Señor, su consejo según lo que es bueno, según lo que es agradable a tus ojos, para que, ejerciendo con piedad, en la paz y la mansedumbre el poder que les has dado, te encuentren propicio” (San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios, 61, 1-2) (CIC 1900).
Oremos por nuestros gobernantes en el mundo.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares, Medalla Milagrosa de Monterrey.
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