«Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que recibiéramos la condición de hijos«
Núm 6, 22-27; Sal 66; Gal 4, 4-7; Lc 2, 16-21.
Iniciamos el año con la Solemnidad de María Madre de Dios. En el año 431 d.C el concilio de Éfeso la Iglesia fortaleció nuestra fe con este dogma que está lleno del amor que reconoce que María, al ser la mamá de Jesús, verdadero Dios, es Madre del verdadero Dios por quien se vive.
Hoy acudimos agradecidos a la Eucaristía para dar fe de nuestro amor por la Madre que Jesús nos entregó al pie de la cruz. El Padre Maximiliano María Kolbe nos anima a entregar nuestro corazón a María con estas palabras: “Nunca teman amar demasiado a la Santísima Virgen. No hay forma de que la amen más de lo que la amó Jesús”.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su párrafo 509, nos enseña: “María es verdaderamente Madre de Dios porque es la Madre del Hijo eterno de Dios, hecho hombre, que es Dios mismo”.
El Señor te bendiga y te guarde, el Señor te muestre su rostro radiante y tenga piedad de ti, el Señor te muestre su rostro y te conceda la paz.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Norma Leticia Cortés Cázares, Medalla Milagrosa de Monterrey.
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