Ver y oír al Verbo hecho carne

por | Dic 30, 2023 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús es el Verbo hecho carne y está en medio de nosotros.  Los que no lo dejan de ver y oír, y de cumplir lo que dice, se hacen parientes de él.

Al ver y oír a los que le dicen: «Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte», Jesús aclara lo que quiere decir ser de su familia.  Dice él que su madre y sus hermanos son los que oyen la palabra de Dios y la cumplen.

Y tras ver y oír también a una mujer exclamar: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te amamantaron», el Maestro contrapone al momento: «Dichosos, más bien, los que oyen la palabra de Dios la cumplen». Se nos enseña una vez más, sí, que ser de la familia de Jesús no se trata de un vínculo de sangre. Es cuestión, más bien, de oír y hacer lo que dice Dios.

Y María es dichosa tanto por ser la Madre de Jesús como por oír y hacer lo que dice Dios. La podemos ver y oír acoger la palabra de Dios tal como le da a conocer el ángel Gabriel. No como Zacarías que quiere estar seguro, se queda admirada de lo que le dice el ángel.

Conserva ella también las palabras que Dios le comunica a través de los pastores y las medita en su corazón. Lo mismo hace con las palabras de Dios que ella discierne en los sucesos en torno a Jesús. De su hijo, por supuesto, está pendiente ella.

María, modelo para los que nos esforzamos por ver y oír al Verbo hecho carne

Es por todo esto que María resplandece como modelo de virtudes para los que somos la Iglesia (LG 65).  Ser de la comunidad de los elegidos quiere decir estar pendiente de Jesús. Es ver y oír al que es la Palabra hecha carne. Es conocer las Escrituras, que ignorarlas quiere decir ignorar a Cristo.

Y está él en medio de nosotros. Lo podemos ver y oír, por lo tanto, sobre todo en sus más pequeños hermanos y hermanas. Por medio de ellos, se nos da a conocer lo que pide Dios de nosotros (véase SV.ES XI:398). Y, ¿no se nos dice que se les llama Jesús a todo niño o niña que sufre, muere, en las guerras?

Nos toca también ser humildes al igual que María que se admite humilde esclava del Señor que la ha mirado.  Es decir, todo bien se le ha de atribuir a la gracia y las bendiciones de Dios (SV.ES VII:250).

Y hay que ser fiel a Palabra de Dios hecha carne hasta el fin, al igual que María. Ella, la Madre de Dios, está junto a la cruz de Jesús con unas mujeres fieles. Allí se queda ella, sí, hasta el momento de morir él, de entregar su cuerpo y derramar su sangre.

Señor Jesús, danos ojos y corazón para los pobres, para que te podamos ver y oír en ellos. Y haz que seamos herederos, contigo, del reino de los cielos. 

1 Enero 2024
Santa María, Madre de Dios (B)
Núm 6, 22- 27; Gál 4, 4-7; Lc 2, 16-21

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