Favores, bendiciones, gracias de Dios

por Ross Dizon | Dic 21, 2023 | Formación, Reflexiones, Ross Reyes Dizon | 0 comentarios

Jesús, el Ungido con el Espíritu Santo y el Enviado del Padre, lleva la Buena Noticia a los pobres. Anuncia él la era de favores del cielo.

Se le aparece el ángel Gabriel a María. Al saludarla, no dice él el nombre de la doncella desposada con José. El ángel la llama más bien «llena de gracia», o llena de favores de parte de Dios.

Pero quizá, para Lucas, «llena de gracia» quiera decir no más «graciosa» o «agradable» (Comentarios al evangelio 2). Es una frase o palabra que se dice no rara vez de las novias y las esposas. Quizá, pues, tal frase o palabra no lleve el sentido que le dan los teólogos.

De todos modos, el texto de Lucas deja claro que Dios la ha saciado de favores a María. Por encima de decírsele «llena de gracia», sí, se le dice también: «Has encontrado gracia ante Dios». Después de todo, Dios le sacia de favores a todo viviente y se los da aun a los ingratos y malvados.

Y debido a los favores de Dios, María no tiene por qué temer. Se le da también un favor más. Pues Dios la elige para que sea la madre de Jesús. Éste será grande y se llamará Hijo del Altísimo y se sentará en el trono de David. Por supuesto, reinar Jesús para siempre como Hijo de David quiere decir que se cumple la profecía de Natán.

Contesta, luego, María al ángel: «¿Cómo será eso, pues no conozco varón?». Dice, sí, la desposada con José que ella es virgen. Es por eso que se queda perpleja al oír que dará ella a luz un hijo. Su pregunta, por lo tanto, indica asombro más que duda. El viejo Zacarías pregunta: «¿Cómo estaré seguro de eso?». María, en cambio, no se preocupa por saber con certeza.

Humildes ante los favores de parte del Misterio fascinante y tremendo que Cristo nos revela

Al fin, la que será la madre de Jesús le dice al ángel: «He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra». Humilde y asombrada se presenta ante el ángel y sus palabras.

Y así de humildes y asombrados nos hemos de quedar ante los favores del cielo. Ante el más grande favor de todos los favores, es decir, ante el Verbo hecho carne. Él es fuerte al hacerse débil al igual que nosotros. Y loco de amor, no deja de ser sabio.

También cumple él nuestros anhelos que florezcan en nuestros días la justicia y la paz. Y que haya protección y bienes para los pobres.

Y quedarnos de verdad humildes y asombrados ante el Misterio de la Encarnación quiere decir esto: la Iglesia, que somos nosotros, se queda fiel esposa que quiere el Señor que sea ella.