“Cantemos la grandeza del Señor”
1 Jn 2, 3-11; Sal 95; Lc 2, 22-35.
El evangelio de hoy nos invita a cantar la grandeza del Señor. Nos pone como ejemplo la fe de Simeón, hombre bueno, piadoso y lleno del Espíritu Santo que con una fe firme esperaba ver al Salvador.
Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la Ley de Moisés, la madre llevó al Niño a presentarlo en el Templo, como estaba escrito.
Nosotros podemos ser como Simeón y dejar que nuestros corazones se llenen de la esperanza y la seguridad de ver a Jesús nuestro Salvador y, como Simeón, acudir. Acudamos a encontrar al Señor, él nos espera con los brazos abiertos, con un corazón palpitando de amor por cada uno de nosotros; acudamos a la Eucaristía, presencia viva y luminosa del Señor. Acudamos al encuentro de los pobres que vagan por las calles, los niños, los enfermos y ancianos abandonados, porque en ellos encontramos a Jesucristo que sigue sufriendo en sus personas.
Que como Simeón podamos decir: “Señor, ahora ya puedes dejar que tu servidor muera en paz, porque mis ojos han visto al Salvador. Luz para iluminar a todos los pueblos”.
Amén.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Grupo de fieles laicos de la Rectoría La Sagrada Familia, Chihuahua, México.
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