“Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto”

1 Jn 1,5-2, 2; Sal 123; Mt 2, 13-18.

Dentro de esta Octava de Navidad celebramos la fiesta de los Santos Inocentes; niños que murieron por decisión de Herodes. El Niño Salvador de la humanidad vivió, desde su mismo nacimiento, momentos de grandes peligros. Herodes, sintiendo amenazado su reino por el niño Jesús, mandó matar a todos los niños de Belén por miedo a perder el poder; no sabía que el reino de Jesucristo era muy diferente al suyo, que Jesús vino a reinar sirviendo, amando, muriendo. En esta fiesta la Iglesia nos recuerda que estos pequeños no murieron “por” Cristo, sino “en el lugar de Él”.

Hoy es un buen día para que meditemos sobre tantos inocentes sacrificados antes de nacer por “herodes modernos” que sacrifican a los inocentes por no perder el control de su vida, la “libertad”, la buena fama…; niños desnutridos, sin educación, abusados, sin hogar.

Luchemos para que haya menos injusticias, para que la venida de Cristo tenga sentido. Seamos la voz de Dios que quiere consolar y dar esperanza a los inocentes. Busquemos la Luz que es Jesús, unamos esfuerzos y caminemos hacia Él.

¿Estamos dispuesto(as) a dar la vida por Cristo?

Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Grupo de fieles laicos de la Rectoría La Sagrada Familia, Chihuahua, México.