“Hágase en mí, según tu palabra”
Gén 3, 9-15. 20; Sal 97; Ef 1, 3-6, 11-12; Jn 1, 26-38.
Soy madre de familia y formadora de un grupo de acólitos en la rectoría en la que sirvo al Señor y este pasaje de la Escritura me hace recordar el momento que los médicos me confirmaron mi primer y único embarazo. Confieso que, aparte de una gran felicidad, en seguida me invadió un gran temor… miedo a no poder, no saber, no lograr ser buena madre. Y vaya que, gracias a Dios, contaba con todo, moral, espiritual y materialmente, para hacer frente a esa bendición. Ahora bien, comparando –muy indignamente– mi situación con la de María Santísima, he de decir que me impresiona su fe, su templanza, su coraje ante una propuesta de tal magnitud, y su entereza no solo para pronunciar el “hágase”, sino para vivirlo y enseñarnos sin palabras cómo se ama, se sirve, se obedece y se confía.
Pidamos a la Santísima Virgen María nos alcance de Dios la gracia y dicha de, al menos, tratar de imitar ese valor y coraje ante la adversidad, la fortaleza para sacar la casta por el Señor y hacer su voluntad y, sobre todo, ese amor puro, infinito, perfecto incondicional al Padre Todopoderoso, con el que fue capaz de darnos al Salvador.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: Grupo de fieles laicos de la Rectoría La Sagrada Familia, Chihuahua, México.
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