‘‘Ojalá tú también reconocieras hoy lo que conduce a la paz’
1 Mac 2, 15-29; Sal 49; Lc 19, 41-44.
En este breve pasaje, de solo 4 versículos, Jesús se lamenta por Jerusalén; llora desde lo profundo, le duele ver lo que le espera a ésta, su amada ciudad.
¿Y si hoy cada uno de nosotros fuéramos esa Jerusalén a la que Jesús se está dirigiendo, y le escucháramos decir esas mismas palabras, pero anteponiendo nuestro nombre?, ¿cómo nos resonarían?
¿Nos sentiríamos interpelados por su dolor?
¿Qué le responderíamos? ¿Estaríamos dispuestos a dar un giro a nuestras acciones y actitudes para enmendar nuestros pasos?
Haciendo esa adaptación, lo que escucharíamos sería: “(Genoveva, Joaquín, Lucila, Alberto…). Ojalá tú también reconocieras hoy lo que conduce a la paz. Pero eso ahora está oculto a tus ojos. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán de trincheras, te sitiarán y te cercarán por todas partes. Te derribarán por tierra a ti y a tus hijos dentro de ti, y no te dejarán piedra sobre piedra; porque no reconociste el momento en que fuiste visitado(a) por Dios”.
¿Me doy cuenta que cada día es una nueva oportunidad para reconocer que vivir conforme al Evangelio es lo que puede conducirme a la paz que me ofrece Jesús? ¿Le daré mi “sí” a la visita de Abbá Dios?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Raquel Estrada Díaz, laica colaboradora de la parroquia de La Medalla Milagrosa de Puebla, México.
0 comentarios