“Recordemos los prodigios del Señor”
Sab 18, 14-16; 19, 6-9; Sal 104; Lc 18, 1-8.
Hoy, al celebrar a dos basílicas de san Pedro y san Pablo de Roma, hacemos memoria de aquellos a quienes están dedicadas: a dos de las columnas fundamentales de la Iglesia, San Pedro y San Pablo, símbolos de la unidad de todos los cristianos.
Ambas, la Basílica de San Pedro, ubicada en la plaza central del Vaticano, y la de San Pablo, que está fuera de los muros de la antigua Roma, se encuentran llenas de simbolismo y densidad espiritual para enriquecimiento de la Iglesia de todos los tiempos, porque en ellas celebramos a dos mártires que derramaron su sangre unidos en el mismo amor por Jesucristo el Señor.
En relación a esta festividad, el Papa San León Magno decía: “Hemos de alegrarnos siempre que celebramos la conmemoración de cualquiera de los santos, pero nuestra alegría ha de ser mayor cuando se trata de conmemorar a San Pedro y a San Pablo, que destacan de los demás, ya que la gracia de Dios los elevó, entre los miembros de la Iglesia, a tan alto lugar, que los puso como los dos ojos de aquel cuerpo cuya cabeza es Cristo”.
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Raquel Estrada Díaz, laica colaboradora de la parroquia de La Medalla Milagrosa de Puebla, México.
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