“Los cielos proclaman la gloria de Dios”
Sab 13, 1-9; Sal 18; Lc 17, 26-37.
El Tiempo Ordinario va encaminándose a su fin y hoy la Palabra nos habla del “día en que se revelará el Hijo del Hombre”, invitándonos a no estar apegados a las cosas terrenas y materiales.
Vivimos en un mundo en el que poseer, acaparar, acumular, etc., ha cobrado mucha relevancia; escuchamos con frecuencia la frase: “Dime cuánto tienes, te digo cuánto vales”, lo cual hace que estemos preocupados solo por lo superficial, por la apariencia.
Por otra parte, nuestra mente, en mancuerna con la tecnología, está ocupada con tanta información, con demasiados datos, con incontables detalles, que perdemos de vista los grandes regalos que nos acontecen cada día, desde que amanece hasta que anochece. En ocasiones hemos perdido la capacidad de interiorizar y profundizar conscientemente que estamos invitados a la vigilancia orante, para no perder de vista que somos llamados vivir en plenitud, en el aquí y en el ahora para que así, cuando termine nuestro paso por este mundo y se nos llame a la vida eterna, atendamos también plenamente aquel llamado a la eterna dicha.
¿Estoy consciente en qué invierto las horas del día?
Fuente: «Evangelio y Vida», comentarios a los evangelios. México.
Autor: María Raquel Estrada Díaz, laica colaboradora de la parroquia de La Medalla Milagrosa de Puebla, México.
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